
Hacelo realidad. De hecho, ¡simplemente hacelo!
La perfección no existe; el “momento justo” tampoco.
Lo que quiero decir es que la mayoría de las veces las circunstancias que nos rodean no suelen ser las ideales. Ante cualquier situación, es muy probable que sintamos que no es el mejor momento para avanzar con lo que sea que por temor nos detiene. También es posible que ese “tal vez algún día…” nunca llegue. Entonces, si lo que nos intimida es a la vez muy importante para nosotros, no podemos darnos el lujo de dar un paso al costado. Debemos hacerlo, no lo pienses más, y a medida que avances, seguramente habrá tiempo para ir orientando el rumbo.
Sé que muchas personas creen que soy audaz o arriesgada pero la verdad es que muchas cosas me dan miedo. Pero si algo he aprendido (y no es ningún descubrimiento) es que a los miedos hay que enfrentarlos y, la mayoría de las veces, solo con eso, desaparecen.
Además, ¿a quién no le gusta tachar tareas de tu listado de pendientes?